Se esperaba casi con ansiedad, como quien anhela un regalo de Reyes que sabe que le dejará marcado de por vida. Estaban los cofrades ansiosos, inquietos, nerviosos desde que se anunciara que era de nuevo José Manuel Reyes el autor del cartel de la Semana Santa de Jerez. Nadie desde el 2007 había conseguido conectar con el público cofrade como lo consiguió este hombre de profunda fe, hermano del Santo Crucifijo de la Salud desde la cuna. Grandes profesionales de la cartelería y la pintura en nuestra ciudad han pasado desde entonces, unos con mayor acierto, otros sin tanto tino, pero el cartel del crucificado de San Miguel era la referencia cuando se hablaba de pintura cofrade en nuestra ciudad.
Estaban expectantes, y la realidad superó a las previsiones cuando a las seis y media de la tarde de ayer, y ante un abarrotado salón de plenos, el autor descubrió su última obra, la que mostrará y pregonará a Jerez por los confines del mundo. Y apareció la siempre desconocida, la siempre olvidada Virgen de los Remedios. De frente, con su eterno rostrillo anudado como las Aguas de Sevilla, con la misma atmósfera que sacudió los sentidos de los que presenciaron el cartel de hace cinco años, esa neblina confusa que tan sólo Reyes es capaz de captar, esa luz de ambiente que tan sólo se produce en su mente, y que se encarga de plasmar, de manera incesante, repetitiva, en todos y cada uno de sus cuadros.
La imagen
Apareció la Virgen de los Remedios, y apareció el mejor José Manuel Reyes, el de trazo seguro, el de profundidades teológicas, el de conocimientos históricos, el de guiños simbólicos. El que consigue que todo un barrio como Santiago se pregunte, con el simple trazo de unos capirotes rojos de Miércoles Santo en el aire, cómo la hermandad del Prendimiento dejó volar a esta belleza del propio seno de la hermandad. Un guiño a la historia de la Semana Santa jerezana, una reivindicación elegante y callada, un cartel de nuevo pleno de simbología como aquel del Santo Crucifijo en el que la candelería simbolizaba el paso de los años por la pintura del artista, su propia expresión plástica, su adquisición de conocimientos hasta dominar desde el realismo inicial, al expresionismo elegante actual.
Así, aparecen en la atmósfera ya citada nazarenos del Cristo del Amor en el rostrillo de la dolorosa, que se funde con una rosa de pasión, rosa mística, que nace del pecho de la dolorosa jerezana. Y por qué los Remedios, se preguntaban... Por qué no la Encarnación, u otra dolorosa de nuestra ciudad, quizá más conocida, quizá más popular... «Porque Remedios se llama mi madre, y he querido humanizar a la Virgen María, incluso quitándole la ráfaga que tradicionalmente acompaña a esta imagen, acercándola a la gente. Y porque la Virgen de los Remedios, desde mi corto entender artístico, es la dolorosa que cualquier cofrade de Jerez querría tener bajo su palio».
Así de claro se expresaba el artista en una presentación que contó con el apoyo masivo de la hermandad del Cristo del Amor, y de numerosos hermanos mayores, que arroparon al presidente Natera, que fue el conductor de un acto al que acudieron las máximas autoridades locales, tanto religiosas como civiles. En la mesa presidencial, el crítico de arte Bernardo Palomo hacía una pequeña glosa sobre las bondades de un artista que no necesita presentación y al que la alcaldesa, presente en el acto, no dudó en calificar como «uno de los más importantes de España. Este cartel sitúa a la Semana Santa de Jerez en el nivel que merece, y felicito a la Unión de Hermandades por la elección de José Manuel Reyes».
El obispo por su parte, al finalizar el acto, quiso destacar los aspectos religiosos de una dolorosa absolutamente deslumbrante. «Al ser de fuera, nacido en Osuna, me guío más por la objetividad que por el sentimiento, y veo a María, a la madre de Dios, como el tesoro verdadero de los cristianos. Esa madre que ahí se refleja es la que nunca falla». Como no falla José Manuel Reyes... Todo un artista.
